lunes, 6 de agosto de 2012

Zeus

El día muere, como siempre. Es invierno y aquí los inviernos son muy largos, y el frío te cala los huesos y no te deja en paz. Ya es de noche y apenas son las seis. Es ese puto faro otra vez. Lo miro y creo que no puedo seguir viviendo, si jamás te voy a ver. Las horas empiezan a ser inútiles, el aire empieza a no alcanzar mis pulmones, no hay nada que me de esas ganas de vivir que antes su sonrisa me obligaba a tener. Dejo la ventana de lado y las maravillosas vistas que el disfrutaba mientras me bañaba. Salgo de la maldita habitación donde lo ame más que nunca y como siempre. Pero no puedo ya estoy atrapada y escucho su voz desde dentro gritándome bajito : "Pero no se ve la Torre de Hércules". Entonces de estúpida y masoca vuelvo como si allí estuviera el tumbado como muchas mañanas, como la primera de aquellas muchas, con su maldito vicio en la mano. Sí que se ve la Torre, y también el maldito faro. La vista me traiciona y al girar el campo de visión alcanza su "PIDAZO FEA!" en la pared y su corazón partido y todo lo que aun no he tenido cojones a quitar de mis paredes. No hay ser en el mundo que me pueda hacer tan feliz como el lo hacía, aun cuando se fue, para siempre, me hace reír entre recuerdos. Era tan simple que se detuviera el tiempo con él. Pienso tantas veces, si tu también lo haces. Si te acuerdas quién te hizo sonreír cuando tu mundo se derrumbo, quién se llevo tus primeras lagrimas por amor. Me pregunto a menudo que sientes cuando miras aquel dibujo, o abrazas ese cojín. Si cada vez que te ves frente a un espejo sin camiseta, no recuerdas las miles de tardes en las que me he entretenido con ese huequito. Y si recuerdas aquel día en el que no hubo cabida para otra expresión que no fuera una sonrisa que descubrí el único defecto que esconde tu cuerpo. Y llena de recuerdos, a veces vuelve esa maldita esperanza que se anula con el paso de los días. Son muchos ya los meses, cientos las noches, y unas cuantas la mañanas sin querer despertar porque tu ya no estabas. Pero creo que una mano sobra para contar la veces que te he dicho lo más obvio del mundo. Que te amo, que no se vivir sin tu presencia en mi vida. Que no aprendo a sonreir si no me rozas. Que eres mi luz, mi felicidad y todo lo que pido en este vida para que sea completa. Que el aire que tu expulsas es el que exhalan mis pulmones

No hay comentarios:

Publicar un comentario